28 de septiembre de 2025

Llego El Otoño de 2025 - Tiempo de recuerdos.

                                        

                                           


¡Seguiré con mis recuerdos!

Con la llegada del otoño lo normal es que empiece a cambiar el tiempo y aparezcan los primeros fríos de la temporada. Las noches son muy frescas, pero durante el día el sol calienta y da gusto pasear un buen rato.

El día a día va notando mucho el final de las vacaciones y cómo los mayores se van para lugares más cálidos, acompañados de los hijos. Recuerdo aquellos otoños con más gente jubilada que acostumbraba a pasar todo el año aquí, en su casa, cuidando los huertos e incluso los animales.

Cuando las mujeres bajábamos al lavadero con los cestos de ropa, allí hablábamos y cambiábamos impresiones del día. En esos tiempos todo era ir y venir por las calles del pueblo: siempre te encontrabas con vecinos. Casi siempre, por la tarde, nos reuníamos en alguna casa y echábamos unas cartas o se hacían labores. Eran otros tiempos.

También quiero recordar a muchas mujeres que han dejado un vacío en mi vida con su fallecimiento, por su amistad y cariño mutuo. Son tantas… Recordaré algunas: Boni, Gonzala, Claudia, Irene, Leonor, Rosario, Marta, María, Rosaura, Juana, Adela, Eugenia, Teodosia, Elena, Emiliana, Felipa, Enriqueta, Aurora, Sofía… De todas ellas guardo un cariño especial y recuerdo anécdotas y vivencias compartidas. Lo que sí tengo muy presente es que eran mujeres valientes, trabajadoras, luchadoras contra las adversidades, que en estas tierras de la Sierra no eran pocas. Les tocó vivir tiempos difíciles: muchas tuvieron que salir a trabajar a otras tierras para labrarse un porvenir más digno. Sé, por experiencia, lo que costaba dejar tu vida habitual, tu familia e ir a lo desconocido.

Las que forjaron su vida aquí no fueron muchas, pero siguieron esforzándose para poder ser felices y mantener las costumbres de cada día. Lo lograron, y era una gozada venir y encontrarse con gente que mantenía el pueblo vivo, que recibía con las manos abiertas y la alegría de volver a ver a todos los que venían a pasar las vacaciones.

Poco a poco, el pueblo fue mejorando en sus estructuras y, por fin, llegó el agua corriente a las casas. Fueron años de obras y mejoras en los domicilios, y quien podía se iba preparando su casa para, al llegar la jubilación, poder disfrutar de la tranquilidad del pueblo.

Las familias iban creciendo: hijos, nietos… y da gusto ver que las costumbres siguen vigentes, que los jóvenes —sobre todo en las fiestas— disfrutan a tope. A ellos, los más jóvenes, me gustaría que se dieran cuenta de que si disfrutan del pueblo es porque sus mayores les inculcaron el amor por este lugar. Que lo cuiden y vean en él un espacio apacible donde descansar, procurando que estos pueblos de la España vaciada no pasen al olvido. Sería una pena olvidar a quienes nos precedieron.

Por hoy creo que es suficiente.


¡¡Seguiré con mis recuerdos!!
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